EL AGNOSTICISMO
El pensamiento filosófico del hombre ha transitado desde la necesidad de dar respuesta a fenómenos inexplicables hasta el desarrollo de las ciencias y la filosofía pero siempre enfrentada a la necesidad de encontrar respuestas divinas, a fin de intentar respuestas en busca de una verdad siempre esquiva, en este sentido el hombre ha encontrado distintas vertientes a considerar una de las cuales es el agnosticismo.
La filosofía considera a Dios y particularmente a la religión como un problema, sin embargo no puede probar la contradicción entre si Dios existe, o no. Particularmente la filosofía se apoya para sus deducciones en la razón, pues constituye la búsqueda del saber, es decir todo lo problematiza, lo cuestiona, y establece la duda. Se define entonces la creencia de que la existencia o no de Dios es un asunto superfluo en tanto que no forma parte esencial de la condición humana, aunque sí lo sea de la cultura y de la historia humana.
Muchos no creyentes se definen como agnósticos antes que ateos. No creen que dios exista, pero no están seguros de ello y entonces son renuentes a ser llamados ateos. Una actitud común es decir: "Tal vez hay algo allí afuera. A fin de cuentas, no lo conocemos todo".
Quienes profesan el agnosticismo no son necesariamente antirreligiosos, siendo respetuosos de todas las creencias que proceden de una reflexión individual y honesta, y no de un interés egoísta, de la desesperación o de la presión del entorno. AGNÓSTICO, es una palabra que proviene del griego (no) y gnosis (conocimiento), entiende la fe sólo como una opción personal de cada individuo que él no comparte.
Ateo o agnóstico
La tercera Verdad filosófica conocida como Agnosticismo, sostiene no es posible de conocer la verdadera naturaleza de las cosas y de la materia, y que sólo se accede a sus apariencias. De ahí su nombre: Agnosticismo[8]Según los filósofos agnósticos, nunca se sabrá con absoluta certeza si el espíritu o la materia existen por sí mismas, porque sólo se conoce de ellas solo sus apariencias. Un ejemplo es que los hombres primitivos creían que el Sol era un disco rojo y aplanado, ya que así se les aparecía a sus sentidos.
En tanto los idealistas disputan con los materialistas la existencia objetiva o subjetiva de la materia, los agnósticos sostienen que nada de esto puede conocerse con certeza, pues sólo podremos conocer las apariencias. Los sentidos; según sostienen los agnósticos, permiten conocer las cosas, sus aspectos externos, sus apariencias, y esas apariencias existen y que en términos filosóficos se denomina: "la cosa".
La posición del Agnóstico, señala que su posición se expresa en que "los argumentos que se presentan en favor de la existencia de Dios, no permiten afirmar que existe". Por otra parte la posición del ateo es más terminante al señalar que: "los argumentos que se exhiben en contra de la existencia de Dios permiten afirmar que no existe".
EL agnóstico pone el acento en la naturaleza, según él, no-conclusiva de la argumentación del creyente. Propone, por principio, desconocer el referente teísta y suspender cautelarmente el juicio definitivo sobre la posibilidad de saber si Dios existe o no.
El punto del agnóstico frente al creyente es tan formalista y tan teoricista en su actitud de espera -dice que necesita pruebas concluyentes para decidir- que, de hecho, su posición nominal no se corresponde con los esquemas de comportamiento vital a los que cada uno de nosotros tiene que atenerse en el mundo de la praxis, entendiendo por esta categoría no sólo lo que se hace, sino también la estructurateórica y motivacional de lo que se hace.
La actitud agnóstica, en su estricta formulación teórica, no pasa de aparecer como más bien académica o vagamente verbal es lo que quiso decir Bertrand Russell al declararse agnóstico teórico y ateo práctico. Cabe que quien se tome a sí mismo por agnóstico sólo sea un creyente dudoso, en cuyo caso es relativamente frecuente que se deba cambiar su autodefinición.
Consecuencias de esta teoría filosófica
El agnosticismo, sin duda constituye una hipótesis muy seductora, y a la vez, ampliamente difundida en estos días. Esta creencia ejerce su influjo en muchos escritos, y su impacto se ha hecho sentir fuertemente en aquellas filosofías que han decidido permanecer neutrales sin compromiso respecto del problema fundamental "buscar la verdad", y por ello mantener, una cierta reserva respecto de la ciencia, ante la imposibilidad de conocer la verdadera naturaleza de las cosas, tal como lo afirman los agnósticos, y si los conocimientos quedan restringidos a la experiencia de las cosas; entonces no será posible allí su existencia objetiva, y aún menos, saber si las cosas existen por sí mismas.
Y si acaso existen otros medios para acceder al conocimiento de la "cosa en sí", como por ejemplo, la fe religiosa, el agnóstico no desea saberlo, ni considera que pueda ejercerse algún derecho a ello. Así, en lo que concierne a la ciencia y a la vida práctica, el agnóstico es un materialista; pero se trata de un materialista que no acepta asumir la filosofía, y al mismo tiempo no desea polemizar con los idealistas, ni tampoco enfrentarse a las religiones, y por ello, se trata de un "materialista avergonzado" de su condición.
Ahora bien, las consecuencias que pueden extraerse de esta filosofía, es que poniendo en duda el alcance de las proposiciones científicas, y no viendo en ella sino a unas meras apariencias; el agnosticismo propone no tomar en cuenta el contenido de verdad de las ciencias, y que por lo mismo, toda tarea de conocimiento es inútil, y en consecuencia, debe renunciar a toda forma de progreso.
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